“…También quieren desarrollar el método a través de emplear modelos conceptuales que tengan sentido para ellos y que les posibiliten comprender los fenómenos (Caamaño, 2011) con la finalidad de introducirlos en la identificación de problemas, formulación de hipótesis, identificación de variables, planificación de la investigación, recogida de datos y fórmulas de análisis para obtener conclusiones además de saberlas explicar (Ferrés, Marbà y Sanmartí, 2015). Para poder hacer todo ello, hay que prever un trabajo en equipo, ya que está demostrado que el aprendizaje mejora cuando un alumno interacciona con otro para explicar lo que ha aprendido y al mismo tiempo desarrolla habilidades comunicativas, que le ayudan a organizar y clasificar sus propias ideas para percibir sus errores y también lo que falta en sus razonamientos; y, evidentemente, no podemos olvidar la importancia de potenciar su curiosidad, enseñar a tomar decisiones y poner trabas para fomentar su espíritu crítico (Santacana et al, 2017). Solo de esta manera podremos amedrentar uno de los problemas que se pueden observar en las aulas, y es que realmente resulta complejo emplear los conocimientos científi-cos escolares para comprender las cosas que les envuelven y, sobre todo, en la toma de decisiones en su vida cuotidiana, fundamental para el desarrollo de una competencia científica.…”