“…Existe una dicotomía entre las áreas más duras de la Psicología, las cuales se caracterizan por ser más experimentales, basadas en datos, (Lemons, 2008), como por ejemplo sería la Psicología Experimental y Cognitiva, la Psicofisiología y la Estadística, que están generalmente ocupadas por investigadores varones; frente a las áreas denominadas blandas en las que predominan las mujeres y que son aquellas orientadas al cuidado de las personas y a las emociones, esto es, las áreas de Personalidad, Tratamiento y Evaluación, o de la Psicología Evolutiva y del Desarrollo (Travis, 2003), características asociadas al rol tradicional femenino. Asimismo, también es de destacar que, si bien la presencia de la mujer es ligeramente superior a la del varón en la investigación psicológica, son relativamente pocas las que ocupan cargos científicos superiores o en los propios colegios profesionales (Tortosa-Pérez y otros, 2022), revelándose un patrón similar al observado en otras disciplinas con menor presencia femenina (Velasco y otros, 2014), lo que cuestiona en parte la efectividad de las políticas de igualdad de género en la ciencia y deja entrever la segregación vertical en función del género existente en la ciencia (Martín, 2018;Observatorio del Servicio Público de Empleo Estatal, 2020;Salazar, 2016), entre otros. Todo ello hace necesario conocer el papel de la mujer desde una perspectiva histórica en la ciencia en general y en la psicología en particular, con el objetivo de determinar su relevancia a través de sus aportaciones al conocimiento, visibilizando e identificando a las autoras que en mayor medida han contribuido al desarrollo de un área del conocimiento, las cuales quedan en un segundo plano en muchos estudios cuando no se tiene en consideración una perspectiva desagregada por género.…”