“…Esto último, como se ha constatado en la literatura, ha sido un factor determinante en la conducción de las políticas exteriores de los Estados latinoamericanos, donde los procesos de formación y desarrollo estatal han contribuido a la concentración del poder en las capitales en desmedro de las regiones, sobre todo en el caso de aquellas ubicadas lejos del centro y próximas a los límites nacionales. Como consecuencia, si bien las regiones llevan a cabo relaciones externas con sus contrapartes y se insertan en proyectos cooperativos, lo hacen con restricciones en su autonomía y en los recursos que se requieren para su concreción (Álvarez et al, 2022;González M. et al, 2016;Linares, 2005). Tal es el caso de los cbo que, pese a las múltiples ventajas que representan -mejoramiento de las condiciones de conectividad, desarrollo de vías de comunicación, corredores industriales y turísticos; aumento de los ingresos gubernamentales, etcétera (Herbas Camacho & Molina, 2005;Iirsa, 2003;Inostroza Fernández & Bolívar Espinoza, 2004)-como iniciativas efectivas de cooperación internacional en sus distintos niveles -regional, subregional, nacional, público y privado-, todavía no se concretan en su totalidad.…”