“…Por ejemplo, la transformación de los ecosistemas naturales en el país ha alcanzado el 34%, siendo especialmente significativa en los bosques andinos y los bosques secos, en donde queda alrededor del 20% y 8% de la cobertura original, respectivamente (Etter et al, 2021). La expansión de especies exóticas invasoras como la rana toro (Urbina-Cardona et al, 2011), los hipopótamos (Subalusky et al, 2019;Castelblanco-Martínez et al, 2021, Castelblanco-Martínez, 2021Subalusky et al, 2023), el caracol africano (Patiño-Montoya & Giraldo, 2020), el pez león (García-Ureña et al, 2015;Chasqui et al, 2020), el ojo de poeta (Quijano-Abril et al, 2021), y el retamo espinoso (Beltrán & Barrera-Cataño, 2014;Ocampo-Zuleta & Solorza-Bejarano, 2017;Fajardo-Ortíz et al, 2022), no solo amenazan la permanencia de especies endémicas o nativas, sino que también pueden generar cambios en diferentes flujos biogeoquímicos, lo cual modifica las dinámicas y los ciclos naturales que se han efectuado desde hace miles o incluso millones de años en diferentes ecosistemas del país. De igual manera, la cacería intensiva y el tráfico ilegal de especies puede generar procesos de extirpación que se reflejan en fenómenos de Empty forest (Redford, 1992;Redford & Feinsinger, 2001, Wilkie et al, 2011, en donde la desaparición de especies o la imposibilidad de que estas desempeñen sus papeles ecológicos, pueden afectar funciones claves en los ecosistemas como la dispersión de semillas y la captura del carbono (Bello et al, 2015).…”