“…En este contexto, el National Institute for Health and Care Excellence (NICE) (Inglaterra y Gales) y el Swedish Council on Health Technology Assessment (SBU) (Suecia) destacan por el nivel de transparencia y estandarización de los diferentes aspectos del proceso de evaluación (criterios de decisión y priorización, plazos a cumplir, metodología para la evaluación de la eficacia y eficiencia [análisis de coste-efectividad], indicadores de salud) [2,23]. Adicionalmente el NICE define claramente un umbral de coste-efectividad en el que basa la toma de decisiones, aunque mantiene cierta flexibilidad en la evaluación de algunas tecnologías que se fundamenta en criterios explícitos (incertidumbre acerca del ratio coste-efectividad incremental, impacto en la calidad de vida y grado de innovación) [2, [24][25][26][27]. Asimismo, para resolver la tensión entre la necesidad de basar las decisiones en unos criterios explícitos y transparentes y la presión por parte de los pacientes para acceder a los nuevos tratamientos, el instituto ha definido unos criterios específicos para la toma de decisión relativa a la financiación de fármacos «para situaciones terminales», lo que permite, en algunas situaciones, extender el umbral normalmente comprendido entre 20.000 y 30.000£/ AVAC hasta 40.000-50.000£/AVAC [26,28,29].…”