“…La práctica docente demanda de un pensamiento reflexivo de manera permanente así como de proyectos de investigación educativos innovadores (Roldán, 2018); por ello, es necesario nutrir la innovación pedagógica integrando la tecnología a la experiencia docente con el fin de poner en juego el potencial creativo, didáctico, científico, autónomo y reflexivo del docente para promover aprendizajes significativos (Ortiz, 2019 es importante la actualización y formación permanente de los docentes que contribuyan a mejorar e implementar nuevas metodologías en el marco de una sociedad global dominada por tecnologías altamente competitivas y complejas (Espinoza & Campuzano, 2019). Así también, es necesario incorporar de manera adecuada la tecnología y las estrategias metodológicas en el proceso de enseñanzaaprendizaje y de este modo evidenciar la eficacia del saber y de las prácticas pedagógicas del docente universitario que son cruciales para mejorar la calidad educativa (Traver-Martí & Ferrández-Berrueco, 2016;Yáñez-Galleguillos & Soria-Barreto, 2017;Montanares & Junod, 2018;González, 2019), sin dejar de lado las actitudes, los valores, las competencias comunicacionales, la formación continua, la interacción y el trabajo en equipo entre otros (Alfaro & Alvarado, 2018;Negrin et al, 2017). Una metodología activa se conoce como una oportunidad para mostrar el camino hacia la innovación y adaptar la docencia universitaria a las necesidades de los nuevos estudiantes y áreas de trabajo (Silva & Maturana, 2017).…”