“…Es precisamente a partir de estas reflexiones que surgieron grupos de hombres que también buscaron un espacio para hablar por ellos y para ellos (Rodríguez y Ambríz, 2005). Estos abordajes han permitido un acercamiento desde una perspectiva más inclusiva a las relaciones de género y la asimetría implícita en ellas, así como el impulso de programas de trabajo con varones que fomenten la igualdad (Badinter, 2003) pues esta se alimenta de lo mismo, no de lo diferente, intentando comprender las distintas masculinidades y su complejidad, para llegar a una transformación social que rebase los discursos dominantes que tienden a excluirlos, sobre todo a los que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad (Bautista, 2018;Rodríguez y Ambríz, 2005) como los pertenecientes a minorías étnicas, a clases sociales desposeídas o a expresiones de género diferentes, como el colectivo LGBTTTIQ (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales, Transgénero, Trasvestis, Intersexuales y Queer). En suma, el estado actual de la investigación parece aceptar cada vez más que la construcción de las masculinidades es un proceso histórico cultural vital en las experiencias de las personas (Connell, 2003).…”