En la confabulación se presentan fallos para reconocer el orden cronológico de la información almacenada, inhibir algunas respuestas, monitorear el comportamiento y beneficiarse de claves externas. La aparente anosognosia de quien la padece se ha relacionado con fallos en la memoria y en las funciones ejecutivas, lo cual puede evidenciarse por medio de diferentes pruebas específicas de memoria y/u otras neuropsicológicas de uso frecuente. El objetivo del artículo es conocer las presentaciones, la etiología y los correlatos neuroanatómicos de la confabulación y su comportamiento a través de diferentes protocolos de evaluación neuropsicológica. Como metodología se acude a la revisión descriptiva de información no mayor a cinco años (desde 2015 hasta 2020), obtenida a través de bases de datos como Google Scholar, Redalyc.Org, Researcher-app, Pub Med y Scielo. Se encuentran alrededor de cincuenta artículos de publicaciones recientes en los que la confabulación es el eje de estudio o por lo menos está implicada en los criterios de inclusión de los estudios realizados. La confabulación se ha constituido en un fenómeno heterogéneo. En términos de clasificación, parecería más practico y brindaría más información la forma de orden sugerida por Schnider para la confabulación en sus cuatro vertientes. El daño orbitofrontal o de lóbulo frontal no es la única etiología de la confabulación y se presume que las pruebas de función ejecutiva usadas en neuropsicología no tienen la sensibilidad suficiente para desvelar la disfunción frontal específica que subyace a las confabulaciones tal como la poseen las pruebas de memoria.