“…Pese a la existencia de una clara división de funciones entre la Fuerza Pública y el poder civil, con una más o menos clara subordinación de la primera al segundo, las relaciones entre civiles y militares han tenido momentos de tensión, particularmente en el desarrollo de negociaciones de paz y el proceso de paz desarrollado entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC, entre 2012 y 2016, no fue la excepción (Cruz, 2015;Illera y Ruíz, 2018). Dicho proceso tuvo dos características que deben destacarse para entender las actuales luchas por la memoria en Colombia: por primera vez se invitó a la mesa de negociación a militares retirados y activos (Cruz, 2015;Duzán, 2018), con lo que se subsanó uno de los principales reclamos de los miembros de las fuerzas armadas frente a que no se les tenía en cuenta en el desarrollo de negociaciones con actores armados (Illera y Ruíz, 2018). Por otro lado, es la primera vez que en Colombia se prescribe la formación de una Comisión dotada de legitimidad para hablar de la verdad de lo sucedido en el marco del conflicto armado.…”