Durante la primera mitad de los años setenta la industria cinematográfica mexicana se embarcó de manera decidida, junto con el régimen mexicano, en una impetuosa empresa por conquistar los principales foros y espacios del Tercer Mundo. Si en el terreno político el cumplimiento de este objetivo implicó una ardua labor diplomática, la incursión acelerada de México en el tercermundismo cinematográfico requirió también de una compleja estrategia de promoción y negociación con los representantes de las distintas cinematografías del movimiento tricontinental. El artículo presenta un primer acercamiento a esta historia del tercermundismo cinematográfico mexicano impulsado por el régimen de Luis Echeverría. Mediante el análisis de distintas fuentes (hemerográficas, documentales, orales y cinematográficas), y basándose en el estudio de dos casos específicos de colaboración cinematográfica (Chile y Cuba), el texto intenta evaluar y mostrar lo que esta etapa significó para el cine mexicano, para el contenido de sus películas, para sus mercados y para la proyección internacional de sus obras. Como resultado, el texto muestra, por un lado, las vicisitudes y los debates a los que se enfrentó el cine mexicano en su camino por insertarse en un espacio político que le resultaba ajeno y, por otro, que el arduo trabajo emprendido desde 1971 por los funcionarios y cineastas mexicanos se tradujo hacia el final del sexenio echeverrista en un éxito, si no económico, sí político para el régimen que patrocinaba aquellos esfuerzos.