“…Las personas obesas no solo son juzgadas por incumplir el ideal estético sociocultural predominante en las últimas décadas, esto es, una apariencia delgada o atlética; se cree que un individuo obeso es propenso a desarrollar un sinnúmero de condiciones médicas crónicas (Weber y Pargament, 2014). Aún más: entre aquellas personas con un alto grado de interiorización de los preceptos religiosos, una persona que se percibe a sí misma como portadora del estigma que la marca como transgresora de un dictado divino puede desarrollar un conflicto o una intensa lucha religiosa (Herndon, 2008) que pueden causarle vergüenza y culpa (Hoverd y Sibley, 2007;Moore, Brooks y King, 2017), asociadas ambas a una mala salud (Conceição et al, 2013;Gerber, Hill y Manigault-Bryant, 2015;Kahan y Puhl, 2017;Khan, Tarrant, Weston, Shah y Farrow, 2018). Pargament et al (2001) reportaron que en los pacientes "enfadados con Dios" la mortalidad aumentaba; por lo tanto, concluyen que un afrontamiento religioso negativo está relacionado con una salud más pobre y una mayor mortalidad.…”