“…Es decir, el rasgo específico radica en que las organizaciones no administran personas, sino administración con personas, cuyo plus se muestra en la riqueza intelectual y el valor social por excelencia. En este sentido, por ser sistemas abiertos o entornos rápidamente cambiantes (Opazo y Rodríguez, 2017) se estructuran "no en capital financiero, sino en conocimiento, en redes autopoiéticas, sistemas inherentes en la incertidumbre, la imprevisibilidad" (Molano, 2012, p. 28) y sistemas de colaboración.…”