“…(Toledo, 2015, p. 3) En las palabras de Toledo, se vislumbra nuevamente la agudeza de su tono cuando asevera que el poeta es un ser humano cualquiera que nace con dicha condición, la cual debería permitirle decir lo que se le antoja sin ataduras políticas puesto que, tal como afirma en otro texto titulado "Poesía desganada", esta "no sirve para adornar la realidad sino para enjuiciarla e implica el punto de densidad máxima en la tarea del escritor" (Toledo, s.f., p. 2). El poeta, entonces, es un ser comprometido con el contexto cultural que habita y su palabra es libre y urgente, tal como la reservaba Barthes para los écrivants (2003, p. 202-211), por ello es también un intelectual (Said, 1996), alguien que, antes de pintar paisajes amigables, polemiza y debate acerca de ellos:…”