“…Por tanto, como fenómeno construido socialmente, conlleva procesos de negociación, resignificación y redefinición de identidades de género (12) , la presencia de tensiones y contradicciones ante las expectativas sociales que marcan un vínculo causal entre lactancia y "buena maternidad" (9,16) y la reconfiguración de conocimientos y experiencias sobre la maternidad y los cuidados. Enmarcada como una cuestión de responsabilidad individual y, en particular, como responsabilidad exclusiva de las mujeres vinculada con el cuidado infantil (2,17) ; experimentada en ocasiones como imperativo de salud pública o mandato social, cultural y moral (9,11,13,17) ; demandada en otras como un derecho de las mujeres a decidir si practicarla o no (15) , la decisión de iniciar, suspender o continuar la lactancia implica reconocer y evaluar el deseo y la capacidad de las mujeres (12,15) , y especialmente las barreras estructurales que socavan su práctica como responsabilidad colectiva (2,3) . Una de las barreras estructurales son las estrategias de marketing de las empresas de sucedáneos de leche materna, productos que se presentan como sustitutos de la leche humana para niños de hasta dos o tres años (según el país) (5,18,19,20) , entre ellos, las fórmulas infantiles.…”