“…Hallazgos similares se encontraron en el estudio de Cuesta et al(30), quienes, al centrarse en adultos con discapacidad y adicción, identificó una baja prevalencia de calidad de vida, atribuyéndola a desafíos sociales y culturales. Rodríguez(41) refuerza esta idea al señalar que el estigma social asociado al consumo de sustancias puede contribuir significativamente a la disminución de la calidad de vida en esta población.Es relevante destacar que no se encontraron diferencias significativas en la discapacidad entre adultos jóvenes e intermedios, a pesar de la investigación de Amangandi y Robayo(42), que subraya las consecuencias negativas en habilidades ejecutivas en adultos jóvenes debido al consumo de sustancias.Estos hallazgos divergentes encuentran respaldo en el trabajo de Campoverde-Pesantez et al(14), que señala que adultos de 18 a 60 años muestran un nivel similar de deficiencia en la funcionalidad, y proporcionó una perspectiva valiosa debido a la similitud de la población estudiada con la del presente análisis.En cuanto a la relación entre discapacidad y calidad de vida en adultos institucionalizados por consumo de sustancias psicoactivas, se encontró una correlación negativa leve entre calidad de vida y dos dimensiones de discapacidad como son: movilidad y cuidado personal; no obstante, no se encontró correlación con las demás dimensiones de discapacidad, lo cual puede deberse a lo que Albrecht y Devlieger(43) denominaron "paradoja de la discapacidad", que implica que las personas que padecen una discapacidad no necesariamente tienen una mala calidad de vida. Sin embargo, Hosain et al(44) han señalado que la discapacidad puede tener un efecto devastador en la calidad de vida, lo que destaca la complejidad de esta relación.En última instancia, es crucial tener en cuenta algunas limitaciones del presente trabajo podrían orientar futuras investigaciones.…”