El presente artículo analiza las prácticas de resistencia de personas y colectivos que, sin acceso a programas de reparación del Estado, decidieron quedarse en territorios de confrontación armada entre las FARC-EP y los paramilitares (1998-2004); prácticas que les permitieron sobrevivir, tramitar efectos de esas experiencias en su salud mental y establecer una posición crítica frente al abandono del Estado y el accionar de los violentos. El método fue un estudio de caso con población rural perteneciente al Oriente Antioqueño Colombiano, usando instrumentos de entrevistas, observación participativa y revisión documental. Entre los resultados, hay tres que merecen ser citados: a) la población rural que ha permanecido en territorios de intensa y prolongada confrontación armada construyó una forma de resistir cotidiana, individual, de carácter sutil y oculto, b) también lograron formas de resistir en lo colectivo, confrontando de manera directa los actores armados para protegerse conjuntamente, c) a pesar del sufrimiento y las pérdidas causadas por el conflicto armado, el dolor no paralizó su existencia, por el contrario, ellos demuestran una capacidad de agencia y la posibilidad de movilizarse ante el sufrimiento.