“…El manejo de este síndrome es multidisciplinario, y su principal enfoque es mejorar la calidad de vida de los pacientes, al ser un trastorno de baja incidencia, que no tiene cura, no existen abordajes generales, y el manejo es individualizado, este se divide en: intervenciones quirúrgicas, asesoramiento médico y apoyo emocional. Durante el periodo neonatal del paciente el tratamiento se centra en las alteraciones de las vías respiratorias, comúnmente se realizan traqueotomías temporales y presión continua de las vías respiratorias, algunos pacientes deben someterse a intubación, y pueden existir complicaciones relacionadas a infecciones (Guzmán et al, 2019;Peck et al, 2021). Las deformaciones óseas deben ser tratadas entre los tres años y doce años de edad, ya que producen anomalías maxilares o mandibulares, en presencia de paladar hendido el tratamiento a elección es a través de la ortopedia funcional mandibular, las cirugías de fisuras palpebrales se realizan luego del proceso de alfabetización, y si no hay rastros de hendiduras, es necesario que se ejecuten procedimientos de ortodoncia y ortopedia maxilar, para evitar disostosis mandibular o facial (Aljerian & Gilardino, 2019;Peck et al, 2021).…”