“…La primera, que estuvo centrada en los factores humanos y los modelos de la ciencia cognitiva, dio origen a algunas nociones básicas como la usabilidad; la segunda, que impulsó las aplicaciones colaborativas en el entorno de trabajo y la proliferación de métodos para el diseño centrado en usuarios (DCU); la tercera, disparada por la expansión de la computación hacia todos los aspectos de la vida cotidiana, puso un énfasis en los valores humanos, la construcción de significados y las experiencias humanas [4]. Dentro de la última ola, el giro relacional (un enfoque hacia una mejor comprensión del vínculo dinámico y de influencia mutua entre personas y máquinas) [9], la corporeidad (la búsqueda del uso de todas las capacidades corporales de la persona, más allá de la interacción de pantalla, teclado y mouse) [10] y la computación sensorial (con su enfoque hacia experiencias más ricas centradas en la integración de múltiples capacidades sensoriales) [11], tienen una fuerte relación con el trabajo presentado en este artículo. En este devenir de la disciplina hacia lo tangible y corporizado [10], [12], se produce una mayor integración de los dispositivos tanto con el cuerpo como con la mente [13].…”