“…El embarazo representa una situación especial por los cambios fisiológicos que ocurren por acción de los estrógenos, las prostaciclinas y el óxido nítrico que puede enmascarar las fases iniciales de la sepsis que, si no son reconocidas a tiempo, llevan al deterioro progresivo de la materna (4,10,11). El embarazo, por ser un estado de alcalosis respiratoria compensado con una leve acidosis metabólica, lleva a que la mujer gestante, ante un cuadro séptico, tenga pocas reservas para combatir la acidosis metabólica desencadenada por la hipoperfusión tisular que acompaña la sepsis, hecho que debe ser tenido en cuenta cuando se da tratamiento a una gestante en esta condición; además, se debe tener considerar que la disminución de la creatinina y el nitrógeno ureico en el embarazo puede dificultar la adecuada interpretación de los resultados en pacientes con sepsis (10)(11)(12). Por otra parte, la mujer embarazada hace algunos ajustes inmunológicos para tolerar el embarazo tales como alteraciones de human leukocyte antigen (HLA clase I en el trofoblasto, síntesis de citoquinas inmunosupresoras, expresión de proteína del complemento, y cambios en la subpoblación de leucocitos tales como reducción de los linfocitos T, incremento de los macrófagos y las células natural killer, aunque es importante resaltar que el embarazo no se considera un estado inmunosupresor, sino un estado de inmunotolerancia (10,13).…”