“…"Lo que se expresa en un baile es una idea; una idea del modo en que sentimientos, emociones y todas las demás experiencias subjetivas vienen y se van: su ascenso y desarrollo, su síntesis intrincada que da unidad e identidad personal a nuestra vida interior. Lo que llamamos "vida interior" de una persona es el relato interno de su propia historia; el modo en el que siente vivir en el mundo" (Langer, 1957) Y es que, la danza, además de proveer de una mayor sensorialidad respecto a las atmósferas y ambientes para quien la practica, también es capaz de transformar los territorios espacio-corporales mediante la introducción de la emoción y los sentimientos (Aguilar, 2015). Además, en lo que se refiere a los espacios públicos, la danza se perfila como una potente herramienta de observación en tanto y en cuanto es una disciplina que hace un uso extremo del lenguaje corporal que es precisamente el lenguaje que se habla entre desconocidos y, por lo tanto, la forma de comunicación por excelencia de espacios como plazas, autobuses, calles, estaciones, etc.…”