“…En la práctica esto implica que, frente a una perturbación de su sistema productivo, el productor recurre a los recursos que tiene a mano para tomar una acción de adaptación, tanto recursos propios (percepción, conocimiento, ubicación, experiencia) como externos (clima, suelo, estatus de las plagas, políticas gubernamentales y mercado); por consiguiente, la disponibilidad de estos recursos define su capacidad adaptativa local (29). Entonces, la resiliencia es una capacidad de recuperación que se puede fomentar por medio del aprendizaje, la flexibilidad, la participación y el empoderamiento (8,20,27). Así pues, diversificar recursos y estrategias para cubrir las necesidades y los fines en cada uno de los indicadores permitiría potenciar la capacidad de recuperación ante eventos climáticos extremos y fomentar el empoderamiento del productor, generando una mayor resiliencia.…”