Este artículo investiga la capacidad de escándalo público de las jóvenes en los inicios del Romanticismo. A través de ocho pleitos judiciales de la Real Chancillería de Valladolid y desde la historia de las emociones, se estudia cómo se construye el escándalo de las menores. Estas ejercen su libertad emocional sin límites ni vergüenza, insensibles al sufrimiento emocional que provocan. Sus escándalos son una navegación emocional irracional, por imposible: una vida travestida para subsistir, la herencia del amor de un viejo casado, la eterna relación con un escribano, comerciante o cirujano casados, con el párroco, con el esposo de la prima o el halago de los soldados hasta contraer el gálico. Irracionalidad que obedecería a que son muchachas empeñadas en salir de sus privaciones o soledad; pueden trabajar honestamente, pero apoyadas en su juventud y belleza se sienten atraídas por un comercio ilícito que les depara mejor vida y les abre el círculo de relaciones con personas privilegiadas. Familia o personas respetables las alientan y otras las amonestan, pero la decisión es suya. Sus transgresiones, desde el inocente travestismo al amancebamiento y la prostitución, se beneficiarán de la piedad de los tribunales. Como las visitas pastorales y confesores, antes que castigar, los tribunales las aperciben, procurándoles así la oportunidad de rehacer sus vidas fuera del escándalo.