“…El desarrollo de estas enfermedades, además de afectar directamente a las personas que las padecen, también repercute en la familia, ya que la evolución de la enfermedad crónica y sus complicaciones implican un aumento en la necesidad de recibir cuidados de alguna persona del entorno familiar, quien se convierte en Cuidador Informal (CI), caracterizado por ser la persona encargada de ayudar en las necesidades básicas instrumentales de la vida diaria del paciente durante la mayor parte del día, sin recibir retribución económica ni un entrenamiento formal para desarrollar su labor (4,5). mujeres, con edad entre los 40 y 73 años, escolaridad primaria/secundaria (medio superior) y parentesco de esposa(o) o hija(o), con un tiempo promedio del desempeño del rol de cuidador entre 6.5 y 8 años; además, se destaca que el 43.5% no cuenta con apoyo de otra persona para el cuidado del enfermo (6)(7)(8)(9)(10)(11)(12)(13). Cabe señalar que el rol de CI implica enfrentarse a situaciones críticas relacionadas con el estrés, agotamiento, disminución de oportunidades, motivación y relaciones sociales, así como la posibilidad de presentar síntomas depresivos y ansiedad, problemas de salud y deterioro de la calidad de vida, lo cual puede repercutir en la salud de la díada cuidador-cuidado (10,14,15).…”