“…(Merello et al, 2019), lo que se encuentra en estrecha relación con el aumento de la sobrevida poblacional(Albala, 2019), lo que trae consigo un aumento de comorbilidades predisponentes, como lo es la cardiopatía degenerativa y estados de inmunosupresión como la enfermedad renal crónica y la diabetes mellitus(Flores et al, 2017). Por otra parte en esta serie, la estancia hospitalaria fue de 31 días en promedio, lo que se ve influenciado por múltiples variables como lo es la duración del tratamiento antibiótico, la necesidad de cirugía y la presencia de complicaciones aguda, además de la necesidad de un equipo multidisciplinario para el adecuado manejo, dado que, a pesar que existen los lineamientos generales para el tratamiento de la endocarditis infecciosa, ninguna de las recomendaciones en lo que respecta a directrices internacionales sobre esta patología, están respaldados por un nivel de evidencia tipo A(Cahill & Prendergast, 2016).En cuanto a la presentación clínica de la endocarditis infecciosa ésta es sumamente diversa e inespecífica, describiéndose ya por Osler (1885), como una de las enfermedades con mayores dificultades diagnósticas, hecho que ha sido mantenido por varios autores(Sénior & Gándara, 2015;Cahill & Prendergast, 2016), 130 años más tarde y que es coincidente con esta serie dada la gran variedad de síntomas de los pacientes estudiados en la muestra, siendo frecuente el malestar general, el cansancio y la fiebre como presentación clínica inicial del cuadro, al igual como se describen en otras cohortes(Sénior & Gándara, 2015), la pérdida de peso y sudoración nocturna estuvieron presentes pero en una menor proporción.…”