“…La menstruación, a pesar de ser un proceso corporal interno ligado a la fertilidad, la salud sexual y la identidad de las mujeres, es experimentada y construida de acuerdo a elementos culturales, de género, sociales, religiosos, ideológicos, y de otras intersecciones diferenciales que se encuentran en el contexto que habitan las personas menstruantes y que son esenciales para comprender sus representaciones sociales, teniendo en cuenta la prevalencia de actitudes y representaciones negativas sobre dicho proceso incluso con los avances sociales de las últimas décadas (Dufort et al, 1998;Hawkey et al, 2017;Idoiaga & Belasko, 2019;Johnston-Robledo & Stubbs, 2013;Rembeck et al, 2006;Ussher, 2006).Vinculado a dichas representaciones sociales negativas se encuentra el tabú de la menstruación, el cual refiere a la profunda aversión e incomodidad con la menstruación que conlleva, de manera directa o indirecta, a la imposición de una carga a quienes menstrúan a modo casi de castigo (Hunter, 2016;Ooi, 2018). En este sentido, el tabú de la menstruación se encarga de perpetuar el mito de la menstruación como insegura y sucia, de tal forma que la sangre menstrual es considerada una abominación en comparación con otros fluidos corporales (Hunter, 2016, Bramwell, 2001.…”