“…En definitiva, es preciso destacar la importancia de la amígdala. Como indica Doty (1989), existe bastante evidencia de que esta estructura juega un papel fundamental en la expresión, y probablemente también en la experiencia, de la emoción, tanto en el ser humano como en los animales inferiores. Filogenéticamente hablando, la amígdala posee un larga historia en cuanto a su implicación en la evaluación de los estímulos ambientales; al menos en los primates, la amígdala puede ser considerada como la estructura principal en el sistema motivacional-afectivo, debido a que posee aferencias y eferencias, por una parte, con la neocorteza, para extraer información sensorial; por otra parte, con el hipocampo, para almacenar y recuperar información y, por último, con el hipotálamo y el sistema nervioso autónomo, para controlar la respuesta motora y hormonal.…”