Introducción.
El estado epiléptico se define como la situación resultante del fallo de los mecanismos responsables de finalizar una crisis epiléptica. En 2015, se adoptó internacionalmente un concepto operativo en el que se identifican dos tiempos: un primer momento, en el que hay que comenzar un tratamiento (cinco minutos para los estados convulsivos, 10-15 minutos para los estados focales y no convulsivos); y un segundo tiempo, a partir del cual se considera que hay un riesgo elevado de secuelas posteriores (30 minutos en los convulsivos). Ocurre en 3-42/100.000 niños al año, y son refractarios o superrefractarios en el 10-40% de las ocasiones.
Desarrollo.
En este artículo se revisarán las diferentes opciones terapéuticas del estado, desde el tratamiento precoz domiciliario hasta los diferentes tratamientos de primera línea (benzodiacepinas), segunda línea (fenobarbital, ácido valproico, fenitoína, levetiracetam y lacosamida) o tercera línea, que incluyen tanto terapias farmacológicas (anestésicos, propofol, cetamina, lidocaína, topiramato, brivaracetam o perampanel) como no farmacológicas (dieta cetógena, tratamientos inmunomoduladores o cirugía de epilepsia).
Conclusiones.
Son fundamentales la identificación y el tratamiento precoz de una crisis prolongada para evitar la evolución a estado. Aunque con menores secuelas que en los adultos, el estado epiléptico en niños representa una causa de mortalidad hasta del 3-5%, al mismo tiempo que un 25% de ellos desarrollará una epilepsia posterior, así como un porcentaje considerable de secuelas neurológicas.