“…Por ejemplo, en Alemania, el conocido como "PISA shock" que se produjo a principios de la década de los 2000 desencadenó la adopción de un enfoque de gobernanza orientado a los resultados (Niemann, Martens y Teltemann, 2017), mientras que, en Noruega, la "escandalización" provocada por la publicación de PISA 2000 y 2003 fue clave para construir un consenso político sobre la importancia de reforzar la RdC y los sistemas de aseguramiento de la calidad de la educación (Hatch, 2013;Camphuijsen, Møller y Skedsmo 2020). En otros países, como España, PISA se ha utilizado estratégicamente para legitimar la adopción de evaluaciones externas y un modelo de autonomía escolar de corte gerencial (Engel, 2015;Popp, 2014;Verger y Curran, 2014), y ha permitido la convergencia bipartidista en torno a los principios de políticas de NGP en el ámbito educativo (Dobbins y Christ, 2019). En el caso de Inglaterra, los resultados mediocres obtenidos por este país en las primeras ediciones de PISA no causaron conmoción, pero se utilizaron para problematizar el rol de la agencia de inspección y, específicamente, para promover un enfoque de mejora más centrado en los procesos y resultados en el marco de dicha agencia (Baxter, 2014).…”