“…Años más tarde, Judith Herman (1992) observó los síntomas de personas sometidas a situaciones extremas (violencia doméstica, sexual o abusos infantiles), que no encajaban en el diagnóstico de TEPT, proponiendo el Trastorno de Estrés Postraumático Complejo (TEPTc), con seis características: alteración en la regulación de los afectos, de la conciencia, de la autopercepción, percepción alterada del agresor, problemas en las relaciones y cambio en el sistema de valores. Su origen radica en experiencias de larga duración, continuas, acumulativas, invasivas, de tipo interpersonal (abuso sexual infantil, maltrato, abandono o negligencia ejercida por los cuidadores, violencia doméstica y/o de género, explotación sexual, genocidios, tortura…), con frecuencia vividas en edad infantil (aunque pueden producirse en cualquier momento evolutivo), en ambientes de alto riesgo de los que la persona no puede escapar (Felding et al, 2021;Herman, 1992;Krause-Utz, 2021). Es la continuidad, el carácter interpersonal y la imposibilidad de huida lo que lo diferencia del TEPT, cuyo desencadenante suele ser un evento único o limitado en el tiempo, de carácter interpersonal o no.…”