juicio. La sociedad tiende a crear cajones donde clasifica y mete a ciertos individuos y los medios de comunicación facilitan estas representaciones y creencias. (Rengel, 2005). Además, hay una tendencia a etiquetar de forma negativa a quien padece un trastorno adictivo, resaltando la parte negativa y reseñando su condición como parte importante de la noticia, aun cuando no lo sea en ese caso.Según el sociólogo Javier Rubio, el proceso de la construcción de este estigma es siempre arbitrario, cultural y surge de la necesidad de censurar a aquellas personas que se desvían de lo que es o no asumido como aceptable desde el punto de vista social y cultural. Opera como una definición totalizadora con capacidad para desacreditar a la persona/consumidora de sustancias tóxicas en el intercambio social. El proceso de estigmatización convierte al drogodependiente en un ser desposeído, su definición social se establece por comparación con los no consumidores y esta comparación sirve para fijar su posición social como alguien que es diferente e inferior. Y es que además el propio consumo/adicción le genera un deterioro del entorno social (de familiares, iguales, conocidos, vecinos, etc.) y laboral, al vivir el adicto la vida a través de la sustancia, creándose un estilo de vida psicosocial acorde con su nueva situación y su nuevo rol (drogodependiente) (Rubio, 2001).El consumo de alcohol y otras drogas hacen que la persona tenga conductas no adecuadas al constructo social, pueden padecer enfermedades físicas y/o psíquicas que les alejan del contexto de normalidad, presentan en ocasiones actuaciones delictivas y se les relaciona, con accidentabilidad, malos tratos o delincuencia. Calificándolos, de viciosos, pasotas o delincuentes, sin tener en cuenta su condición de persona que ha perdido el control sobre sus actos o la necesi-S eñal, marca, huella, vestigio, signo, llaga, baldón, afrenta, mancha, mancilla o sambenito, son algunos de los sinónimos que utilizamos en castellano para acercarnos a la compresión de la palabra estigma que por otro lado viene definida por la Real Academia de la lengua española como marca o señal en el cuerpo, pero también como desdoro, afrenta o mala fama.Ha habido a lo largo de la historia múltiples enfermedades, daños o alteraciones que han sido catalogadas de esta forma y que lo único que han conseguido ha sido apartar a la persona de su entorno social, de poder recibir el apoyo necesario y de disfrutar de sus derechos humanos y finalmente ha terminado siendo menospreciado, marginado, alguien a quien debía evitarse. Se trata, por lo tanto, de un atributo profundamente desacreditador.Esto lo vimos en enfermedades como la lepra, la peste, la esquizofrenia e incluso la epilepsia. ¿Qué sucede? ¿Estos individuos no son personas que merecen un trato igual al resto?Erving Goffman definió el "estigma" como una expectativa de un descrédito. Juicio de uno mismo por otros en un contexto particular (Goffman, 1968) En las últimas décadas, además de la estigmatización de los enfermos mentales, hemos visto co...