INTRODUCCIONTradicionalmente, la investigación que se ha dedicado a comprobar las ventajas de unos métodos de enseñanza de la lectura sobre otros, ha tomado como criterios de evaluación, la exactitud, la velocidad y la comprensión lectora (Jiménez y Hernández, 1986). Sin embargo, son desconocidas las investigaciones que se han interesado por analizar el efecto que tienen los distintos métodos de lectura en los hábitos o estrategias intelectuales de los alumnos. ¿Los alumnos que aprenden a leer por un método fónico o silábico desarrollan iguales hábitos intelectivos que los que aprenden por un método global-natural?Entre los distintos métodos existentes, el debate se fundamenta entre los que defienden una orientación basada en la decodificación del significante frente a los que prefieren trabajar sobre el significado (Williams, 1965;Bond y Dykstra, 1967; Chal!, 1967;Gibson y Levin, 1975).Para poder obtener claridad sobre esta cuestión, es necesario contemplar antes cuáles son los objetivos de la lectura.Un planteamiento educativo óptimo de la enseñanza de la lectura debe conseguir que el niño no solamente domine el desciframiento de los signos (significante) o los contenidos que se transmite (significado), considerados ambos como aspectos reproductivos, sino también en ser capaz de juzgar lo que se lee, de elaborar nuevas informaciones y de saber transferir las aprendidas a otras situaciones distintas, consideradas como aspectos productivos.Por consiguiente, cabe preguntarse: ¿los métodos de lectura que se emplean actualmente en la escuela, consiguen esos objetivos?In que sí parece evidente es que los objetivos de tipo reproductivo se consiguen a través de los distintos métodos de lectura, tal y como queda reflejado en numerosos informes y revisiones en la literatura (Bond y Dykstra, 1967; Weintraub et al., 1971 Weintraub et al., -75, 1982 Otto et al., 1971 Otto et al., -1973Pflaum et al., 1980).