La cirugía gastrointestinal y de control de daños ha tenido un recorrido amplio desde el primer caso reportado de fístula entero-cutánea, hasta llegar al uso de presión subatmosférica para el cierre asistido y el trasplante intestinal.
Todos los avances propuestos en el intermedio, como las resecciones intestinales, los planes de nutrición entérica y parenteral, el cierre postergado de la pared abdominal y la reconstrucción intestinal, han llevado a un aumento exponencial del conocimiento de la cirugía gastrointestinal.
A pesar de esto, hay un área que permanece como un reto significativo y un dilema clínico para el cirujano general: la falla intestinal en el síndrome de intestino corto. En esta, su complejidad anatómica presenta dificultades a la hora de su reconstrucción, y su alteración funcional aumenta la morbimortalidad del paciente.
Así como sucede en la mayoría de las fallas específicas de órganos, esta se caracteriza por cambios en los marcadores séricos que ya han sido bien descritos en la literatura médica. En la falla cardiaca hay elevación del péptido natriurético auricular; en la falla renal, elevación de la creatinina sérica; en la falla hepática, elevación de las transaminasas, y así sucesivamente.
Estos marcadores no solo indican la gravedad de la situación, sino que se relacionan con la suficiencia del órgano en cuanto a su función y su mejoría con la rehabilitación.
Ahora, ¿cuáles son los marcadores del sistema gastrointestinal? Recientemente, la seriedad de la falla intestinal y su solución han sido objeto de la observación clínica y sintomática con el fin de determinar la orientación de la rehabilitación intestinal y el momento ideal para el inicio de la vía oral. En los últimos años han surgido biomarcadores pertinentes al estudio del sistema digestivo.
En esta revisión se discuten los aspectos relacionados con el presente y el futuro de los marcadores serológicos intestinales en el síndrome de intestino corto.