Hace algunos años este momento me parecía imposible. El doctorado me suponía tan difícil como escalar una gran montaña. Es por esto que a día de hoy quisiera agradecer a tantas personas el apoyo, sobre todo, personal y su fe en mis fuerzas y en el cumplimiento de esta misión.Primero que nada, agradecer a Dios por tantas oportunidades en mi vida, pero en concreto por su gracia para acometer esta misión. A quien tengo plena seguridad que desde el cielo ha intercedido por mí, Fernando Rielo, y a quien he encomendado este trabajo desde su concepción hasta el final. A mi familia, quienes han creído en mí incluso más que yo misma, especialmente a mi padre y a mi madre. A mis hermanos de comunidad de quienes no he recibido nunca menos de exhortaciones y fortaleza para seguir en los momentos de oscuridad. En especial agradecer a Jesús, Mari Carmen, Luis, Fernando, Juana y Lourdes y a todos los que han orado por este día, muchas gracias. También, a quienes sin ser mis hermanas han sido miembros muy queridos de nuestra familia: Manola y Amparo.A mi tutor, Jorge Pérez, de quien he aprendido tantas cosas, y a quien aprecio y admiro. A todos mis profesores, pero en especial, en esta última etapa, a mis también amigos