“…Si bien las otras disciplinas también se expresan mediante lenguaje, en el caso del derecho el lenguaje escrito y el oral configuran una esencialidad porque, por ejemplo, las normas jurídicas se encuentran sistematizadas en codificaciones escritas que se interpretan bajo métodos para aplicarse en los tribunales para resolver los litigios conforme a lo que obra en expedientes jurídicos. De tal manera que los casos planteados ante el juez deben redactarse en escritos de demandas lo suficientemente argumentados jurídicamente -o como dirían Baquero y Pardo (1997, 1998-con una estructura argumentativa. A su vez, dentro de los juicios se desarrollan audiencias públicas en las que los abogados hacen uso de su retórica jurídica para persuadir y convencer, preguntar y repreguntar, externar alegatos, objetar, impugnar, entre otras acciones.…”