El presente artículo se centra en el tráfico de cuarenta y cuatro niñas chinas en el buque inglés Inglewood, organizado por intermediarios portugueses, británicos y chinos en Ningbo, y descubierto por autoridades británicas en Xiamen en 1855. Su destino final era Cuba y, de no ser posible realizar el viaje, serían remitidas a Manila. Filipinas era también la tapadera si su transporte despertaba las sospechas de las autoridades. El envío coincidía con la aprobación de un Real Decreto español que obligaba a embarcar una quinta parte de mujeres en los barcos de inmigrantes chinos a Cuba. Dadas las dificultades de contratar mujeres, agentes de inmigración aprovecharon redes preexistentes de tráfico infantil en Ningbo para cubrir esta demanda. A partir de fuentes Británicas, Portuguesas y Españolas, este artículo argumenta que el Decreto español estimuló el tráfico infantil femenino en China, llegando a influir en políticas legislativas británicas sobre inmigración china.