“…Los agroecosistemas biodiversos, que combinan especies leñosas perennes (árboles, palmeras) y cultivos agrícolas como los sistemas agroforestales (SAF) (Nair, 1993;Young, 1997), han ganado gran importancia en los últimos años, porque promueven la biodiversidad y servicios ecosistémicos, además de producir alimentos, generan ingresos económicos y mayor satisfacción a los agricultores (Matocha, Schroth, Hills, & Hole, 2012;Cardozo et al, 2015;Zomer et al, 2016), también reducen la presión sobre los bosques naturales (Schroth et al, 2015). Existen diferentes prácticas agroforestales (Atangana, Khasa, Chang, & Degrande, 2014;Nair, 2014), que se practican en más de 1 023 millones de hectáreas en todo el mundo (Nair, Kumar, & Nair, 2009), y en comparación a las prácticas convencionales de ganadería extensiva y agricultura de corte y quema, son una alternativa más sostenible (Yamada & Gholz, 2002;Leite et al, 2016).…”