La Ciropedia de Jenofonte ofreció a los humanistas un modelo de soberano ideal que reinaba por deber y con el apoyo de la aristocracia, pero cuya labor era entendida como un servicio fundado también en la legalidad. El speculum principis de Jenofonte estuvo motivado por la búsqueda de un líder ideal, una necesidad sentida como imperativa en la modernidad del siglo XVI, también frente a la amenaza turca, desde Italia o España hasta los Países Bajos, la Gran Bretaña o Francia. Su Ciro marcó el camino a seguir a los defensores del absolutismo monárquico en su apelación a la razón de estado y, en especial, en la disputa contra los populares modelos republicanos de inspiración platónica o aristotélica. Jenofonte y su Ciropedia satisfacían además dos de las grandes pasiones del humanismo, la política y la educación.