Desde sus orígenes el fascismo mostró su naturaleza expansiva, de manera espontánea en un principio y bajo el auspicio del gobierno de Roma después, a través de los Fasci Italiani all'Estero. El Caribe hispano no fue inmune a este proceso y, desde mediados de la década de los años 20 por medio de los inmigrantes italianos, tomó parte de un ared que conectaba sus corazones italianos a la lejana Madre Patria. Desde Roma se organizó el Fascio de las Antillas, que agrupaba a Cuba, República Dominicana y Puerto Rico y, a pesar de que el número de inmigrantes italianos no pueda compararse al de otras regiones, no hay que perder de vista las ventajas geoestratégicas que presentaba la región para el gobierno fascista italiano. Apoyándose principalmente en las relaciones familiares y comerciales, el fascismo se difundió por las Antillas Mayores.