El artículo estudia la situación matrimonial de las flamínicas hispanas. Se trata de saber si éstas eran o no las esposas de los flámines y si, consecuentemente, adquirieron dicha posición pública gracias a su matrimonio o no. Sobre esta cuestión, la documentación muestra las diferencias existentes entre las flamínicas locales y las provinciales: todas ellas ocuparon dicho honor para velar por los intereses de sus familias, pero estos eran bien distintos en el ámbito local que en el provincial. En el primero, las flamínicas locales no eran necesariamente las esposas de los flámines. Se trataba generalmente de mujeres solas, ya fueran solteras o viudas que tienen que preparar la carrera de sus hijos, o al contrario, mujeres sin hijos que derrochaban su fortuna en la ciudad para conservar la memoria de sus suyos. En el ámbito provincial, la documentación de Tarraco permite afirmar que las flamínicas eran las esposas de los flámines: fuera de su ciuitas en el momento de llegar al flaminado y, por ende, fuera de su domus y de su familia, la compañía de un esposo, el flamen, era necesaria.