Harlem y Panamá fueron, a comienzos del siglo XX, encrucijadas del Caribe. Este ensayo rastrea los ecos musicales de esos entrecruzamientos y sostiene que los antillanos británicos tuvieron un papel central, pero con frecuencia no reconocido, en los intercambios que impulsaron la innovación cultural negra en las metrópolis del período de entreguerras. Cientos de miles de habitantes de las Antillas británicas llegaron al Panamá a comienzos del siglo XX, o pasaron por él, creando un espacio pancaribeño donde resonaron los ritmos del son, el tango, el mento, la cumbia y el ragtime. Muchos de esos migrantes continuaron sus viajes desde allí. Las vidas de artistas que nacieron en Panamá y vivieron en Nueva York como Vernon Andrade, Luis Russell, Teófilo Alfonso "Panamá Al" Brown y Estelle Bernier demuestran cómo anglo-antillanos británicos formados en las fronteras del Gran Caribe también traspasaron los confines hacia y al interior de Nueva York. Multilingües y multiculturales, se movieron con facilidad entre los puertorriqueños y otros hispanoparlantes del "Barrio Latino" de Harlem y así contribuyeron a circular ritmos y estilos del Caribe español entre el público afroestadounidense que los escuchaba y bailaba. Puestas en diálogo, las historias de los salones de baile de la clase trabajadora de Panamá en la década de 1920 y las de los contactos latinos de los artistas antillanos británicos en Nueva York muestran circuitos tropicales de la música y del baile que no suelen reconocerse como parte de la Era del Jazz metropolitano.