Mientras que en las concepciones neoaristotélicas de la virtud y la Bildung el concepto de segunda naturaleza describe la culminación exitosa de la educación humana, Hegel utiliza este término para analizar la naturaleza irremediablemente ambigua, incluso conflictiva, del espíritu. El espíritu solo puede realizarse a sí mismo creando (1) una segunda naturaleza como orden de libertad, perdiéndose a sí mismo, o (2) una segunda naturaleza, es decir, un orden de exterioridad, regido por los automatismos inconscientes del hábito. En la segunda acepción del término, segunda naturaleza refiere a la inversión de sí mismo del espíritu. Por otro lado, la misma inversión de la libre posición en la existencia objetiva es el momento del éxito del espíritu (“absoluto”). El artículo expone esta ambigüedad indecidible de la segunda naturaleza y afirma que su aceptación y desarrollo son las condiciones de una comprensión adecuada de la constitución y las formas de la segunda naturaleza.