“…Entre las muestras de enfermos físicos se incluyen pacientes de atención primaria, cirugía, ginecología, dermatología, cáncer, cardiología, fatiga crónica o VIH, entre otros (Abiodun, 1994;Aylard, Gooding, McKenna y Snaith, 1987;Barczack et al, 1988;Burvill, Anderson, Jamrozik, Stewart-Wynne y Chakera, 1995;ElRufaie, y Absood, 1995;Lewis y Wessely, 1990;López-Roig et al, 2000;McCue, Martin, Buchanan, Rodgers y Scholey, 2003;Moorey et al, 1991;Razavi et al, 1992;Savard, Laberge, Gauthier, Ivers y Bergerson, 1998;Upadhyaya y Stanley, 1997;Visser et al, 1995;entre otros Rivera, 1995;Hammer, Sanjeev, Butterworth y Barczack, 1991;Ibá-ñez y Caro, 1992;Malasi, Mirza y el Islam, 1991;Silverstone, 1994;White, Leach, Sims, Atkinson y Cottrell, 1999). En las muestras de población general, se ha evaluado ansiedad y depresión en adolescentes, en estudiantes universitarios, en adultos y en personas de tercera edad (Abiodun, 1994;Caci et al, 2003;Ibáñez y Caro;Mumford et al, 1991;Quintana et al, 2003;Spinhoven et al, 1997). Parte de estos trabajos han tratado de establecer si el HAD puede utilizarse como instrumento de screening para detectar trastornos severos de ansiedad y/o depresión, y también si sus subescalas funcionan diferenciando ambos constructos, o quizá, deban considerarse con una única puntuación global de distrés psicológico.…”