ResumenMás allá de afirmar la teoría como proyecto abstracto, incorpóreo y consciente, que se define en oposición a una materia demasiado corpórea, pasiva (y feminizada), según filósofas materialistas postestructuralistas y feministas como Irigaray, Rich, Cavarero o Braidotti, la teorización se ha reformulado como un proceso en el que se invoca la corporeidad del sujeto pensante -entre otros factores-para replantearse, al mismo tiempo, qué significa teorizar y qué significa existir como sujeto corpóreo. De manera similar, y apuntándose a la tendencia crítica y creativa de reclamar la materialidad agencial de los procesos de pensamiento «en-carnado e incardinado» (Braidotti, 2011), la pregunta que sigue resultando crucial para las conversaciones del nuevo materialismo feminista es « ¿Cómo se materializa la teorización?» y « ¿Cómo importa?» (considerando los dos sentidos de matter como «materia» e «importar»). Al interpretar los movimientos feministas postestructuralistas de manera afirmativa, este texto pretende enfatizar la relevancia de ir más allá de la costumbre filosófica que constituye el pensamiento incorpóreo «desde ninguna parte», es decir, planteado desde una «masculinidad abstracta» (Hartsock, 1987) o neutra, dado que, junto con Van der Tuin y Dolphijn (2010, 2011) se argumenta que la teorización «ya es siempre» una práctica material y discursiva continuada. Es más, reconocer los procesos materiales de la teorización no solo resulta relevante en lo referente a la responsabilidad «onto-epistemológica» (Barad, 2003), sino que además es una tarea con implicaciones éticas y políticas, en tanto que solo reconociendo cómo se materializa e importa la teorización se plantea el posible potencial transformador interno del nuevo materialismo 18