La imagen habitual que se tiene de las ondinas es la de seres malvados, idea que se extendió en el siglo XIX especialmente. En cambio, los orígenes de este personaje mitológico presentan una doble cara, ya que también se pueden encontrar elementos positivos. Ondina de Christian Petzold, inspirada en el relato de Fouqué, crea una nueva significación para la figura de la ondina basada en dicha ambigüedad y la muestra en dos aspectos principales: la ciudad de Berlín (de la que se destaca su urbanismo) y las relaciones amorosas (donde el egoísmo ocupa un lugar central).