“…En este sentido, la construcción de memoria histórica debe atender y reconocer los conflictos y dislocamientos entre presente y pasado, y apoyar la reconfiguración y articulación de diferentes narrativas en conexión con las memorias personales y colectivas con las que conecta la historia escolar (Faúndez, Azcárraga, Benavente, Cárdenas, 2018;Torres, 2016). Esto implica que la educación en memoria histórica debe reconocer el carácter de construcción social que subyace el ejercicio de la memoria (Halbawachs, 2004;Reyes-Andreani, 2015) y oponerse a narraciones univocales, como las que muchas veces están presentes en los textos escolares tradicionales (Padilla y Bermúdez, 2016). En esta medida, el ejercicio de la memoria, tanto dentro como fuera de la escuela, debe extenderse y conectar lo político y cultural, lo simbólico y personal, y lo histórico social (Gil, 2012;Jelin 2002).…”