“…Por un lado, se han explorado las estrategias implementadas por el sector para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, detectándose cuatro vías para su consecución (el uso de menos energía, la mejora de la eficiencia energética, el mayor uso de energías renovables y el secuestro de carbono mediante sumideros), con resultados y balances contrastados (Gössling et al, 2005;Peeters, 2007). Por otro lado, en los últimos años, se ha hecho hincapié en el estudio de las consecuencias de las políticas de mitigación sobre el sector turístico y los propios consumidores (Gössling et al, 2010;Peeters y Dubois, 2010 Esta valoración general de la trascendencia de la información climático-meteorológica, se incrementa cuando se consideran aquellos sectores o actividades que, como el turismo, muestran una mayor sensibilidad y/o dependencia del tiempo y del clima y que, por tanto, se revelan como más vulnerables a las evoluciones atmosféricas (Tabla 1). Es bien conocido que las interrelaciones que se establecen entre el turismo y el clima son variadas y complejas (Becken et al, 2013;Gómez, 2005a;2005b), siendo los condicionantes atmosféricos aspectos clave en la planificación de los destinos turísticos y en la propia experiencia de viaje (Becken, 2010;Hamilton et al, 2005 Desde el punto de vista de la planificación, cabe señalar que el tiempo meteorológico, la variabilidad climática intra e interanual, los fenómenos meteorológicos extremos o el cambio climático son elementos básicos a tener en cuenta en las regionesdestino de los flujos turísticos por la influencia que ejercen en la competitividad y en la sostenibilidad, tanto a corto como a largo plazo.…”