El presente artículo tiene como objetivo contribuir a pensar las relaciones entre emociones, educación y docencia, así como plantear un cuestionamiento al enfoque hegemónico, psicologicista e individualista sobre la educación emocional. En primer lugar, se describen las principales características del oficio docente como un trabajo emocional. En segundo lugar, se analizan algunas fuentes en las que se basa el modelo psicologicista de la educación emocional, planteadas por organismos internacionales y las propuestas más influyentes que se han ido instalando en Chile. En tercer lugar, se presenta una serie de críticas que se han realizado a este enfoque, tales como el peligro de la individualización y psicologización de problemas sociales complejos, culpabilización y responsabilización de cada docente por problemas “emocionales” en su trabajo, negación y represión de “emociones negativas”, tendencia a privilegiar emociones orientadas al mayor rendimiento individual y logro de objetivos medibles, peligros del aumento del agobio y sobrecarga laboral docente, y la mercantilización de lo emocional en la educación. Por último, se da cuenta de las oportunidades y potencialidades que puede tener la educación emocional, desde el enfoque de las pedagogías críticas y la experiencia del movimiento pedagógico en Chile.