“…En este sentido, los trabajadores sociales sufren experiencias negativas y un elevado riesgo psicosocial que afectan a su bienestar y a su propio rendimiento laboral (i. e., cansancio emocional, insatisfacción laboral, sobrecarga mental, burnout, disminución de felicidad, conflictos éticos) (Bunce et al, 2019;Caravaca et al, 2018;Grootegoed y Smith, 2018;Prada-Ospina, 2019;Sabater et al, 2019;Urien et al, 2019;Vallellano y Rubio-Valdehita, 2018). Ante esta realidad es de vital importancia que durante su proceso formativo, los estudiantes de trabajo social desarrollen competencias emocionales para hacer frente a dichas exigencias profesionales que pueden afectar sus niveles de bienestar y rendimiento laboral (Bedoya-Gallego et al, 2019;Stanley y Bhuvaneswari, 2016). De la misma forma, las características del puesto de trabajo demandan conocer los mecanismos que influyen en el bienestar de los estudiantes de trabajo social para poder incorporar estrategias formativas concretas en los planes docentes que los preparen para afrontar las elevadas exigencias laborales y les permita mantener unos niveles adecuados de calidad de vida y optimizar su actividad profesional (Blakemore y Agllias, 2019;Borrego-Alés et al, 2020;Fernández-Berrocal y Extremera, 2009).…”