El impacto de la pandemia COVID-19 ha sido invisibilizado en niños, niñas y adolescentes, ya que muchos de los efectos negativos han sido producto de las medidas de contención y mitigación, y sólo serán cuantificables a mediano y largo plazo. Aunque la respuesta mundial ha sido exitosa en disminuir la letalidad de la enfermedad, el efecto nocivo en poblaciones vulnerables, como niños, niñas y adolescentes es de alto impacto, catalogado como catastrófico por organismos internacionales. La pandemia ha afectado profundamente la salud física y mental de este grupo etario, y sus efectos negativos silenciosos se extienden a diferentes ámbitos como la escolaridad, economía familiar, trabajo infantil y seguridad alimentaria. El tercer año de la pandemia es una oportunidad para incorporar el bienestar multidimensional de los niños, niñas y adolescentes como piedra angular de la respuesta de la sociedad a una crisis global, sea esta de salud, económica o política.