“…Partiendo de las premisas expuestas en la introducción, es necesario reflexionar sobre ciertos elementos característicos y recurrentes en el registro arqueológico vinculado a las manifestaciones funerarias de este tipo. Como norma general, las necrópolis medievales se ubican en lugares visibles -cerritos, elevaciones del terreno, etc...- (ANDRIO GONZALO, 1987A;ANDRIO GONZALO, 1987B;ANDRIO GONZALO, 1997;CASA MARTÍNEZ, 1992) asociadas normalmente a centros de culto (GARCÍA GUINEA, 1985; GARCÍA GUINEA Y VAN DEN EYNDE, 1991;MARTÍN VISO, 2007;VAN DEN EYNDE E ILLAGUERI GÓMEZ, 1986), constituyendo un elemento fundamental de fijación territorial durante los primeros momentos de la Edad Media. En dichas necrópolis, los difuntos pueden aparecer formando agrupaciones -que tradicionalmente se han interpretado como familiares (MARTÍN VISO, 2007;ANDRIO GONZALO, 1987B: 205), o alineaciones, concéntricas normalmente en torno al centro de culto.…”